1 de septiembre de 2013

¡¿Qué está pasando en Siria?!

Un grupo de jóvenes, una lata de pintura spray y un fulminante mensaje encienden la llama de una guerra civil.
“Es su turno, doctor”. Bashar Al Asad –Presidente sirio- es un médico oftalmólogo de 47 años formado profesionalmente en Inglaterra pero sin noción alguna de lo que democracia y/o derechos humanos significan. Ambos son conceptos que cualquier joven de hoy puede mínimamente reconocer y comparar con su entorno gracias a la tecnología disponible. No es de extrañar, entonces, que el ímpetu propio de la juventud llevara a un grupo de amigos a pintar en la pared de una escuela de la ciudad de Dara’a -en Siria- la frase con la que comienza este artículo, en momentos en los que era derrocado Hosni Mubarak en Egipto.
Marzo de 2011. Lo que pareció ser una palomillada termina por propiciar el arresto, confinamiento y tortura de aquel grupo de jóvenes y perspicaces graffiteros. Las movilizaciones que exigían su liberación fueron violentamente aplastadas y, en ocasiones, grabadas en video para luego ser subidas a Internet como advertencia. Y es que a diferencia del ejército egipcio que intentó preservar su imagen frente a la opinión pública, el ejército sirio no tiene reparos en hacer crueles demostraciones de fuerza.
Siria es un país étnicamente árabe cuya población practica mayoritariamente el Islam, y dónde claramente las diferencias importan. El 74% de la población siria es de la rama Suní del Islam, mientras que el 13% pertenece a ramas como la Chií y la Alauí. El colonialismo francés -de 1918 a 1946- ubicó a la cabeza del poder a los alauíes, minoría religiosa históricamente perseguida y atacada por los suníes, para facilitar la administración colonial. Bashar Al Asad es solo la cara visible de la comunidad alauí que hoy lucha por mantener el poder en siria, perderlo a manos de los suníes significaría su muerte y fin.
A nivel regional, las alianzas entre países y grupos armados están vinculadas también a la pertenencia a determinada rama del Islam. Los alauíes sirios tienen entonces una mayor afinidad con Irán, país de mayoría chiita, por ejemplo. Del mismo modo, los rebeldes sirios que en su mayoría pertenecen a la rama suní son bastante más cercanos a Al Qaeda, también de rama suní. Aquí cabe preguntarse, ¿en Estados Unidos de América (EUA) se habrán detenido a pensar que al apoyar a los rebeldes sirios estarían, indirectamente, alineándose con Al Qaeda?
Para entender mejor el ajedrez geopolítico que se desarrolla entorno a Siria veamos el siguiente mapa:
Se ha dicho mucho en los últimos días sobre lo que será la participación de EUA en la guerra civil siria. Por un lado, EUA intenta ejercer su autoproclamado título de policía mundial al quebrantar nuevamente el derecho internacional con una “intervención preventiva” como la que realizaron en Irak, y que replicarían en Siria. Pero vamos, no es novedad el que EUA ejerza el poder suficiente para romper cuantas reglas se pongan delante suyo en defensa de la democracia –ideal utópico para culturas que nunca han vivido ni se entienden bajo ese concepto -.
Por otro lado, y lejos de los reflectores, podemos analizar lo siguiente. Primero, claramente la alianza entre Siria e Irán va más allá de lo religioso. Es conocido el proyecto iraní de construcción de un gaseoducto que atraviese Irán, Irak, Siria y Líbano para llevar el gas iraní a Europa. La construcción del ducto no solo beneficiaría a Irán sino también a Siria, colocando a estos países en una nueva posición como importantes actores globales. El empoderamiento de Irán al interior del Medio Oriente podría acarrear el recrudecimiento de las hostilidades contra los países de occidente, y dotaría al país persa de una mayor capacidad de negociación en temas como el enriquecimiento de uranio para el desarrollo de armamento nuclear, entre otros.
Segundo, el proyecto afectaría directamente a los aliados de EUA en la región. No es descabellado pensar que Turquía haya pedido a EUA una intervención contundente en Siria pues los turcos son los principales transportistas de gas a Europa - quizás por navidad pueda pedir mayores sanciones internacionales para Irán, pero ahí no más-. Similar panorama de preocupación recae sobre Qatar, país de la rama suní del Islam, interesado en la construcción de su propio gaseoducto con participación Siria para lo cual necesita suníes en el poder. Dentro de la lista de contras también está el dejar a los aliados europeos a merced de la dependencia energética del gas iraní. Quizás por eso vemos a Francia tan animosa por participar del conflicto.
Rusia y China, desde la vereda de enfrente, están en contra de la intervención de EUA. El interés ruso pasa netamente por intentar conservar su relación con un buen comprador. Siria es el aliado más cercano de Rusia en el Medio Oriente y su relación comercial es sostenida fundamentalmente por la venta de armas y los jugosos contratos firmados con el régimen de Al Asad. A los rusos nada les molestaría más que ver trunca su industria de defensa, mermada por la caída de Gadafi en Libia –perdiendo un contrato de US$4.500 millones- y las sanciones internacionales impuestas a Irán –perdiendo un contrato de US$13.000 millones-.
Para China el mercado sirio le resulta insignificante, por lo que su relación con el régimen de Al Asad se basa en el rechazo a una mayor presencia de EUA en la región. Con Afganistán bajo influencia norteamericana, el peligro de un ataque norteamericano contra Irán -de caer el gobierno sirio- abriría la puerta trasera de China a las potencias de occidentales y la posibilidad de acceder a mayores recursos energéticos, en tiempos en que los chinos sopesan una mayor participación en Medio Oriente.
De todo este ajedrez podemos concluir que la intervención militar en Siria tiene como objetivo real a Irán. Podemos concluir, también, que existen intereses contrapuestos entre las principales potencias mundiales en lo que concierne al Medio Oriente. Por eso EUA apuesta en esta región por un movimiento de peón: un casillero a la vez. En estos momentos el gobierno de Obama intenta legitimar la intervención en Siria con los ya comprobados y totalmente repudiables ataques con armamento químico sobre población civil. Lo que no queda claro aún es si los rebeldes poseen las mismas armas que el gobierno sirio.

A pesar de la imagen belicista del partido republicano, en la práctica cada vez que EUA se ha involucrado en una guerra de envergadura lo ha hecho a través de un presidente del partido demócrata. Woodrow Wilson llevó a EUA a la Primera Guerra Mundial; Franklin D. Roosevelt a la Segunda Guerra Mundial; y finalmente, Lyndon B. Johnson a la Guerra de Vietnam.
¿Pondrá Obama su nombre en esta lista?

18 de agosto de 2013

Egipto y la paradoja democrática

¿Qué sucede cuando democráticamente se elige no ser democrático?
La primavera árabe nació muerta. El manto democrático bajo el cual se cubrió mediáticamente las protestas en distintos países árabes pretendía mostrar un “despertar” de las sociedades en Medio Oriente, como si de pronto, y tras siglos de gobiernos autoritarios, hubieran entendido la virtud de un gobierno en democracia. Lo que en un inicio pareció ser un alzamiento pacífico y juvenil -impulsado por redes sociales- se desmorona tan solo tres años después con violentas represiones y lamentables masacres.
Lo impactante del triste caso egipcio es la paradoja democrática en la que está sumergido. Tras el derrocamiento de Mubarak las fuerzas armadas egipcias tomaron el poder llamando a un gobierno interino, proceso de convocatoria nacional que terminó en la democrática elección de Mohamed Mursi como presidente, un islamista perteneciente a la radical Hermandad Musulmana. Y el que los musulmanes subieran al poder no debía representar mayor problema en un país donde el 90% de la población practica el Islam. Pero, como siempre, la diferencia está en los matices.
Morsi y los Hermanos Musulmanes, una vez instalados en el poder, intentaron por todos los medios a su alcance iniciar las reformas necesarias para llevar a Egipto hacia la celebración de una nueva constitución, pero inspirada en la ley islámica: la Sharía. El código religioso que establece la Sharía está en clara oposición a los preceptos del Estado Moderno y todo aquello que conocemos como democrático –división de poderes, representación política, participación de la mujer y un largo etcétera-, pero aun así el referéndum constitucional la aprobó con casi el 70% -según cifras no oficiales-. Siempre se podrá criticar la objetividad de los procesos, pero lo cierto es que la democracia egipcia optó por no ser democrática.
Pronto, los sectores de oposición a la reforma encontraron el apoyo de las fuerzas armadas y sumaron a su causa un brazo logístico con capacidad suficiente para derrocar un gobierno elegido por la mayoría -alianza producto del intento de Morsi de cortar algunas cabezas de la Junta Militar-. Hay quienes hoy justifican el golpe como una acción en defensa de la democracia, cuando lo verdaderamente democrático habría sido dejar que la reforma constitucional se viabilice, pero, ¿con la Sharía se podría apostar por un futuro democrático, la alternancia del poder o el recambio en las élites de gobierno?
La democracia no es una meta sino el camino por el cual conformamos un Estado en base a decisiones tomadas en sociedad bajo condiciones de igualdad y libertad. La democracia es la utopía en cuyo intento de ser alcanzada logramos la expansión de derechos. La democracia es tan democrática que permite su propia destrucción, por lo que es potestad de cada sociedad el alcanzarle el cuchillo o quitárselo de las manos.

14 de julio de 2013

Ley de Inmigración y apocalipsis zombie

Estados Unidos de América (EUA), enfrentado a uno de sus más grandes temores, encuentra soluciones liberales en donde existe paranoia conservadora.
En las últimas semanas, el debate sobre la ley de inmigración en los EUA ha acaparado la atención de los medios luego de llegar a manos de la Cámara de Representantes, instancia decisoria para la que sería una de las reformas más profundas en la historia estadounidense. La ley implicaría no solo la legalización de aproximadamente 11 millones de indocumentados sino también un crecimiento del PIB del 3,3% en 10 años. Esta noticia es de lo más feliz para todos aquellos que tenemos familiares y amigos en situación documentaria precaria al interior de los EUA. 
EUA se liberaliza cuando la situación es apremiante. Lo hizo durante la Guerra de Secesión entre 1861-1865 al emancipar a los esclavos negros para que lucharan por la Unión (Norte) en contra de la Confederación (Sur) – cabe resaltar que 1/3 de la población sureña vivía esclavizada- asestando un golpe decisivo con el que el Presidente Lincoln logró la victoria – puede encontrar una versión más “Disney” de esta historia en la última película de Daniel Day-Lewis-.
Lo hizo también a inicios del siglo XX con la Decimonovena Enmienda que garantiza el Derecho al voto sin discriminación de sexo y luego, en el contexto de la II Guerra Mundial, con la inclusión de la mujer como mano de obra en el sistema industrial para sostener la producción mientras los hombres peleaban en el frente de batalla. Entonces pareciera que EUA lo tiene todo cubierto: emancipación de esclavos, derechos femeninos, recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo y ahora la legalización de indocumentados, ¿qué liberalizarán para la próxima crisis?
La situación de riesgo que vive el inmigrante se acrecentó luego del 9/11 de 2001, cuando la seguridad que hasta entonces le habían dado los Océanos Pacífico y Atlántico durante las dos Guerras Mundiales se esfumó. El enemigo ya no era un ejército ni un sinfín de misiles, ahora el enemigo estaba entre ellos, comiendo en el Mcdonald’s, comprando en Wal-Mart, viajando en sus aviones, utilizando sus sistemas de salud, valiéndose de sus servicios y viviendo como uno de ellos. El enemigo estaba en todos lados y tenía rostro de extranjero. Pero, ¿cómo tener rostro de extranjero en EUA? Pues quizás no tengas “rostro” pero lo que si muchos no tienen es “documentos” que acrediten su nacionalidad estadounidense.
Y frente a la sensación de saberse vulnerables que no parezca sorpresiva la manía y demencia por el apocalipsis zombie. Veámoslo así: tanto la inmigración y el apocalipsis zombie son tendencias mundiales irreversibles para las que no hay cura efectiva, ambas vulneran el aparato estatal y ponen en jaque o imposibilitan el desarrollo de un estado de bienestar, ambas generan anti-cuerpos en la sociedad, ambas, ambas… y así tendríamos una lista de similitudes.
El apogeo de lo zombie no es más que la expresión mediática del temor arraigado en una sociedad estadounidense “indefensa” frente a los inmigrantes. Es quizás la forma más sana de exteriorizar un rechazo, de hacer catarsis, de ponerse la almohada en la boca y gritar hasta botar el pulmón. Curioso temor en un país fundado y construido por inmigrantes. Y lo más asombroso frente a ello es la unánime acción del Estado en todas las películas, series e historias zombie: sálvese quien pueda.
La institucionalidad del Estado se encuentra en jaque en tiempos en que actores no-gubernamentales adquieren cada vez más relevancia en el Sistema Internacional. Hagamos el ejercicio extrapolando cualquier situación de riesgo que enfrente el planeta –calentamiento global o terrorismo, por ejemplo- utilizando la dinámica zombie y la respuesta del Estado frente a ella será casi siempre la misma: medidas paliativas o ninguna medida en absoluto.

4 de mayo de 2013

Una disputa de comadres mueve el ajedrez político sudamericano

En el lapso de dos días Ecuador y Venezuela han llamado en consulta a sus embajadores en el Perú ¿empezó el reacomodo político post-Chávez? Todo esto NO es coincidencia.
Murió Chávez y con él su sistema de alianzas. Por eso se convocó a la reunión de UNASUR en Lima tras las elecciones venezolanas que dieron como ganador a Nicolás Maduro, para refrescar lazos tras la muerte del carismático líder venezolano, o por lo menos esa fue la intención del chavismo. Pero no funcionó del todo. Rafael Correa, que en el cálculo debía mostrar su apoyo, fue el primero en sacar el cuerpo y programar una “oportuna” visita al Papa Francisco en el Vaticano, evitando avalar a Maduro como los demás presidentes de la región. Y ese golpe le ha caído abajo a Nicolás.
Del resto de países hay poco que decir. Brasil siempre ha jugado solo en la región y se nos acerca cuando a sus juguetes les falta alguna pieza. Argentina está bastante ocupada con su Ministro de Economía y la cumbia del #mequieroir, el Papa Pancho y la Reina Máxima de los Países Bajos. Chile y Colombia -claramente orientados al libre comercio- al parecer no tienen previsto asumir ningún liderazgo en la región, Paraguay acaba de elegir un nuevo presidente del que poco se conoce y Uruguay, bueno, en Uruguay están comiendo un buen bife ancho acompañado de un vino Tannat. Lo cierto es que el ajedrez político de la región se está reacomodando y las esferas de influencia están nuevamente en movimiento, sobretodo aquella esfera que solía controlar la Venezuela de Chávez.
Y ahí están Bolivia, Ecuador y Venezuela.  Evo Morales finalmente hizo realidad la demanda boliviana ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya con el objetivo de obligar a Chile a negociar una salida soberana al mar. Pero incluso si el fallo fuera favorable a Bolivia, no existe en el sistema internacional ninguna entidad capaz de obligar a Chile a cumplirlo, así que todo se mueve en un plano bastante retórico de momento.
El esfuerzo principal del momento está en evitar que la lógica neoliberal que predomina en varios países de UNASUR termine por cubrir automáticamente –sin un claro líder que lo disponga- un campo más amplio, adhiriendo la esfera chavista o “nacionalista” a su campo de influencia. Allí precisamente se encuentra la primera escalada de conflicto hoy. ¿No parece extraño que un impase diplomático menor, como lo es una gresca de supermercado, termine con un llamado a consulta de los embajadores de Ecuador y Perú? ¿No parece exagerado que unas palabras de “tolerancia” del Canciller Roncagliolo termine en una llamada a consulta del embajador venezolano?
Ecuador viene ya de algún tiempo trabajando con la política de “país soberano”, la misma que lo llevó a asilar a Julian Assange en su embajada en el Reino Unido. Es evidente que la negación al pedido peruano de retirar al embajador responde a esa misma posición ecuatoriana de “nadie va a venir a decirnos que hacer” con la que intenta afirmarse como un “par” y no un “satélite” –lo que concuerda con el distanciamiento de Venezuela-. Y en Perú se le dio el camino libre para que puedan hacerlo debido al ruido político –medios de comunicación, congresistas, ministros, etc.- entorno al vergonzoso incidente protagonizado por Riofrío, en vez de dejar a la Cancillería responder en solitario y delimitar la línea de acción por la cual transitar. Correa exagera la medida llamando a consulta al embajador que no retiró, con lo que termina por dejar en claro que no importa cuántas veces y que acuerden en la UNASUR, donde Perú ejerce la presidencia pro tempore –temporal-, Ecuador tiene voz propia.
Venezuela, por su parte, ha sobredimensionado un pequeño comentario de Roncagliolo haciendo un llamado a la tolerancia al cual le ha dado nivel de “injerencia en los asuntos internos de su país” y calificando el hecho como “el error de su vida”, con lo que aprovecha las circunstancias para también llamar a su embajador a consulta dejando mal parado al Estado peruano, demostrando que si quiere puede pasar por encima por lo que Perú y la UNASUR digan. Todo ello en momentos en los que el ex candidato de oposición, Henrique Capriles, ha impugnado la elección del pasado 14 de abril y empieza a tomar relevancia en el debate político de la región.
De toda esta situación algo es claro, Perú está pagando los platos rotos de la falta de liderazgo real en la UNASUR, donde Venezuela intenta imponerse y Ecuador espera distanciarse –y dejar de ser un satélite del chavismo-, y si bien con estas acciones aparentemente desvinculadas no está fuera del reacomodo del ajedrez político, ha empezado en clara desventaja. Perú tiene por delante la tarea de retomar el control sobre este organismo sudamericano –mientras le toque estar al frente- en un ambiente caldeado donde los grandes actores –Brasil y Argentina- andan desentendidos del tema. Pero más importante que ello es la tarea de a largo plazo disminuir nuestro ruido político cuando situaciones que comprometan nuestras relaciones con otros países se vean en juego, dejando que las entidades competentes respondan ante aquellas circunstancias.
Actualización 04/05/2013 1:00 pm: Rafael Correa continúa escalando el conflicto por el impase diplomático con el Perú y recalca que “si esto afecta la relación entre ambos países, qué pena”. 
http://elcomercio.pe/actualidad/1572204/noticia-rafael-correa-si-riofrio-no-puede-regresar-lima-embajador-peru-tampoco-puede-volver-quito

10 de marzo de 2013

¿América Latina necesitó un Chávez?

Alrededor de treinta jefes de Estado y gobierno asistieron a las exequias del líder venezolano, muchos de los cuales nunca compartieron sus ideas pero que sin duda reconocen su trascendencia.

Hugo Chávez, Murió Hugo Chávez
Hablar de Chávez en relación a las cifras de su gobierno es casi tan arbitrario como dar por sentado el desarrollo social peruano en base al incremento porcentual del PBI, el auge de nuestras exportaciones y la subida del precio internacional de los minerales. Criticar al gobierno de Chávez sin ser venezolano y aborrecerlo por su política interna es desmedido y poco juicioso, además de remarcar el rechazo a la voluntad de un pueblo hermano.
Y a pesar de sus criticables modales y formas, su influencia llegó mucho más allá. Chávez instauró un discurso capaz de establecer un equilibrio de poder en la región, impulsando el tire y afloje entre posiciones políticas que a la larga garantizó un intercambio ideológico que forjó la convergencia en visibles esquemas multilaterales. Latinoamérica necesitaba un Hugo Chávez, y hoy ya no lo tiene. La política sin tensión de fuerzas cae en el peligro del monólogo y la visión única.
El fuerte impacto de las medidas de ajuste del FMI, a principios de los 90’s, generó las condiciones para el surgimiento de clases políticas neoliberales en AL que lograron reducir el Estado y ampliaron la participación de la empresa privada en la vida en sociedad. Ello no tendría consecuencias negativas de no haber radicalizado su aplicación, lo que en países como Venezuela terminó por engendrar a Chávez y su “Socialismo del Siglo XXI”.
Este “caballito chavista de batalla”, desprendido del pensamiento crítico de Heinz Dieterich – y resonante en la obra “Escritos para la transición” de Samir Amín-, termina por confundir un proyecto nacionalista con la ya obstinada nomenclatura “socialista”, como si toda aquella elucubración ideológica contraria al orden establecido deba ser necesariamente ubicada bajo el socialismo/comunismo. Esta visión, incluso con severos deslices, como el intento de “planificar” una revolución -contradiciendo la espontaneidad de la lucha de clases impulsada tan solo por la conciencia de su necesidad, según la teoría marxista-, logró contener la unificación política bajo el paraguas del neoliberalismo al brindar una “alternativa”, precaria, pero alternativa al fin.
Para no caer en el tedioso ejemplo del ALBA –su esfera de influencia directa-, podemos considerar dos esquemas multilaterales impulsados por la tensión política, fruto de la existencia de un Chávez en la región: UNASUR en 2008 y CELAC en 2010. El primero, UNASUR, la representativa unión de Estados sudamericanos que, además de aproximar los principales esquemas sub-regionales – CAN y MERCOSUR-, adhiere a Chile, Guyana y Surinam. Para muchos una herramienta poco útil en aplicación, pero definitivamente decisiva como escenario de balance y diálogo entre los Estados sudamericanos neoliberales y nacionalistas.
El segundo, CELAC, es el primer esquema panamericano que logra emanciparse de la presencia recurrente de Estados Unidos y Canadá, y que, contrario a la opinión pública, tiene el mérito de recibir a Cuba sin imponerle condiciones pero dejándole un mensaje claro: “estamos entre Estados que empiezan a entender la virtud de la tolerancia y esperamos de ti una participación consecuente”. Que no parezca extraña entonces la eliminación gradual de restricciones a la migración, por lo que hay que entender la democracia como un proceso y no una imposición con efectos inmediatos.
Quizás sin darse cuenta de ello, Hugo Chávez apareció providencialmente en la escena latinoamericana de la última década y media, impulsando un modelo del cual solo la historia podrá medir sus efectos, pero que en razón práctica y actual, dejó ver la necesidad de que en AL se empiece a trabajar en conjunto aun estando en discrepancia. 

26 de enero de 2013

Globalización de ayer y hoy


Inmediatez, redes sociales, tecnología de punta y smartphones, ¿qué es globalización? ¿Es la dinámica de nuestros tiempos? Pues, empecemos por lo que la globalización NO es.
Definitivamente no es un fenómeno cuantitativo expresado en el volumen de transacciones comerciales, vuelos intercontinentales, número de mensajes transmitidos y vías de comunicación ciertamente veloces. Tampoco es el signo característico de una generación, la cual vive bajo las condiciones generadas por las acciones de generaciones pasadas –por lo que somos el resultado de lo que otros en la historia hicieron por nosotros-. Menos aún podríamos calificarla como un “canal VIP” de noticias que permite enterarnos de lo que va a almorzar la reina de Inglaterra.
Todo lo anterior podría llevarnos a un análisis enfocado en las últimas décadas, y a pesar de que las cantidades si importan, la globalización es un cúmulo de relaciones político-sociales y económicas que no son necesariamente cuantitativas, son variables cualitativas. El incremento de las transacciones y la migración no generan de por si un fenómeno “nuevo” sino la dinamización de un fenómeno “no tan nuevo”. El análisis cualitativo nos lleva a preguntarnos entonces: ¿Qué cambio hubo en estas variables?
Política y socialmente, la existencia de un poder estatal central hoy nos identifica como ciudadanos de un determinado territorio y con determinadas características culturales, guarnecidos bajo la protección de una autoridad capaz de garantizar nuestra seguridad. Económicamente, la existencia de un mercado nos brinda la posibilidad de acceder a bienes necesarios para nuestra supervivencia sin tener acceso directo a los medios de producción –gracias al intercambio de moneda por bien y/o servicio-.
Pues bien, ambos, tanto el Estado –los diferentes países en el mundo- como el mercado –de bienes y servicios- no existen desde hace tres o cuatro décadas, existen desde hace algunos siglos, digamos desde el siglo XV, cuando las variables político-sociales y económicas dieron un vuelco total dando forma a la vida en sociedad que hoy tenemos.
¿Qué sucedió en ese entonces? El modelo económico cambió bruscamente, de una administración feudal a la necesidad de una administración capitalista. ¿Y por qué cambió el modelo? Por el esfuerzo de las constantes guerras y la desconfianza de las élites centrales del Estado en los señores feudales, quienes mediaban la relación entre el Rey y sus súbditos.
El Estado central necesitaba asegurar un territorio sin mediación de los señores feudales, y no con súbditos –dependientes del modelo feudal de donde obtenían lo necesario para vivir-, sino con ciudadanos –dependientes de una autoridad central a la cual tributar y de un mercado del cual adquirir lo indispensable para sobrevivir-.
Por su parte, el Mercado empezó a mediar la relación entre ciudadanos y bienes –alejándolos del acceso a los medios de producción-, empujando a muchas personas a migrar, impulsando la especialización de las economías, y más temprano que tarde, generó flujo comercial, banca, letras de cambio, etc.
El Estado y el Mercado son entonces dos caras de la misma moneda y se necesitan mutuamente para existir. Por ello, la globalización existe desde que las variables se modificaron, desde que existen los Estados y los ciudadanos sin mediación de un señor feudal, desde que los Mercados median –con la moneda- nuestra relación con los bienes y sus medios de producción. El mundo se entrelazó en ese entonces y hoy solo estamos presenciando la aceleración de sus cifras.

12 de noviembre de 2012

Morituri te salutant


Armas en mano frente al destino, expectante ante la posibilidad de una vida predeterminada y consecuente a lo en el camino logrado.
Recuerdo las convulsiones de un blog condenado al olvido que ya pedía atención allá por el 2010, hace poco más de dos años. Mi sentimiento de culpa para con su actualización le había dado vida propia: me buscaba en sueños, me perseguía en las calles y hasta se materializaba en uno que otro “granito” en el rostro.
Recuerdo también el episodio de las cuculís y la impotencia bucal que me negaba el máximo placer terrenal: la comida. Nefasto episodio de mi vida, limitado mi libertinaje gastronómico -del cual soy ferviente seguidor- por un poco de fierro acoplado a mi dentadura con la promesa de enderezar a uno que otro caprichoso y obtuso diente, dándole rectitud casi castrense.
Años transcurridos y un blog agonizante, formato que a punta de twitteos y 140 caracteres está cerca del ajusticiamiento digital, en tiempos apresurados que retienen el vuelo de la imaginación como un niño a un globo con helio. Y es que en código mercantil, la imaginación parametrada y la retórica de espacios comunes bastan y sobran para una mente distraída.
Pero como usted, querido lector, es uno de aquellos privilegiados que dice haber escapado de la caverna y su imaginario proyectado, asumiré su predisposición a leer lo que esta mente intrínsecamente sesgada tiene que decir. Juntos, quizás, nunca lograremos la paz mundial ni evitaremos el estreno de la última película de la saga “Crepúsculo”, pero aquí nos hayamos.
Determinados por las circunstancias que nos llevan a este momento, y entregados a la divina providencia como gladiador batido en duelo a muerte, reconozcamos que, habiendo pasado la delgada línea de la conformidad y el entretenimiento empaquetado, estaremos frente a frente, usted y yo, divagando sobre un mundo maleable y conquistable.
Encomendados a la tarea de repensar los paradigmas de un mundo finito, aquellos que hemos de morir por hacerlo digno, saludamos.