18 de agosto de 2013

Egipto y la paradoja democrática

¿Qué sucede cuando democráticamente se elige no ser democrático?
La primavera árabe nació muerta. El manto democrático bajo el cual se cubrió mediáticamente las protestas en distintos países árabes pretendía mostrar un “despertar” de las sociedades en Medio Oriente, como si de pronto, y tras siglos de gobiernos autoritarios, hubieran entendido la virtud de un gobierno en democracia. Lo que en un inicio pareció ser un alzamiento pacífico y juvenil -impulsado por redes sociales- se desmorona tan solo tres años después con violentas represiones y lamentables masacres.
Lo impactante del triste caso egipcio es la paradoja democrática en la que está sumergido. Tras el derrocamiento de Mubarak las fuerzas armadas egipcias tomaron el poder llamando a un gobierno interino, proceso de convocatoria nacional que terminó en la democrática elección de Mohamed Mursi como presidente, un islamista perteneciente a la radical Hermandad Musulmana. Y el que los musulmanes subieran al poder no debía representar mayor problema en un país donde el 90% de la población practica el Islam. Pero, como siempre, la diferencia está en los matices.
Morsi y los Hermanos Musulmanes, una vez instalados en el poder, intentaron por todos los medios a su alcance iniciar las reformas necesarias para llevar a Egipto hacia la celebración de una nueva constitución, pero inspirada en la ley islámica: la Sharía. El código religioso que establece la Sharía está en clara oposición a los preceptos del Estado Moderno y todo aquello que conocemos como democrático –división de poderes, representación política, participación de la mujer y un largo etcétera-, pero aun así el referéndum constitucional la aprobó con casi el 70% -según cifras no oficiales-. Siempre se podrá criticar la objetividad de los procesos, pero lo cierto es que la democracia egipcia optó por no ser democrática.
Pronto, los sectores de oposición a la reforma encontraron el apoyo de las fuerzas armadas y sumaron a su causa un brazo logístico con capacidad suficiente para derrocar un gobierno elegido por la mayoría -alianza producto del intento de Morsi de cortar algunas cabezas de la Junta Militar-. Hay quienes hoy justifican el golpe como una acción en defensa de la democracia, cuando lo verdaderamente democrático habría sido dejar que la reforma constitucional se viabilice, pero, ¿con la Sharía se podría apostar por un futuro democrático, la alternancia del poder o el recambio en las élites de gobierno?
La democracia no es una meta sino el camino por el cual conformamos un Estado en base a decisiones tomadas en sociedad bajo condiciones de igualdad y libertad. La democracia es la utopía en cuyo intento de ser alcanzada logramos la expansión de derechos. La democracia es tan democrática que permite su propia destrucción, por lo que es potestad de cada sociedad el alcanzarle el cuchillo o quitárselo de las manos.