14 de julio de 2013

Ley de Inmigración y apocalipsis zombie

Estados Unidos de América (EUA), enfrentado a uno de sus más grandes temores, encuentra soluciones liberales en donde existe paranoia conservadora.
En las últimas semanas, el debate sobre la ley de inmigración en los EUA ha acaparado la atención de los medios luego de llegar a manos de la Cámara de Representantes, instancia decisoria para la que sería una de las reformas más profundas en la historia estadounidense. La ley implicaría no solo la legalización de aproximadamente 11 millones de indocumentados sino también un crecimiento del PIB del 3,3% en 10 años. Esta noticia es de lo más feliz para todos aquellos que tenemos familiares y amigos en situación documentaria precaria al interior de los EUA. 
EUA se liberaliza cuando la situación es apremiante. Lo hizo durante la Guerra de Secesión entre 1861-1865 al emancipar a los esclavos negros para que lucharan por la Unión (Norte) en contra de la Confederación (Sur) – cabe resaltar que 1/3 de la población sureña vivía esclavizada- asestando un golpe decisivo con el que el Presidente Lincoln logró la victoria – puede encontrar una versión más “Disney” de esta historia en la última película de Daniel Day-Lewis-.
Lo hizo también a inicios del siglo XX con la Decimonovena Enmienda que garantiza el Derecho al voto sin discriminación de sexo y luego, en el contexto de la II Guerra Mundial, con la inclusión de la mujer como mano de obra en el sistema industrial para sostener la producción mientras los hombres peleaban en el frente de batalla. Entonces pareciera que EUA lo tiene todo cubierto: emancipación de esclavos, derechos femeninos, recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo y ahora la legalización de indocumentados, ¿qué liberalizarán para la próxima crisis?
La situación de riesgo que vive el inmigrante se acrecentó luego del 9/11 de 2001, cuando la seguridad que hasta entonces le habían dado los Océanos Pacífico y Atlántico durante las dos Guerras Mundiales se esfumó. El enemigo ya no era un ejército ni un sinfín de misiles, ahora el enemigo estaba entre ellos, comiendo en el Mcdonald’s, comprando en Wal-Mart, viajando en sus aviones, utilizando sus sistemas de salud, valiéndose de sus servicios y viviendo como uno de ellos. El enemigo estaba en todos lados y tenía rostro de extranjero. Pero, ¿cómo tener rostro de extranjero en EUA? Pues quizás no tengas “rostro” pero lo que si muchos no tienen es “documentos” que acrediten su nacionalidad estadounidense.
Y frente a la sensación de saberse vulnerables que no parezca sorpresiva la manía y demencia por el apocalipsis zombie. Veámoslo así: tanto la inmigración y el apocalipsis zombie son tendencias mundiales irreversibles para las que no hay cura efectiva, ambas vulneran el aparato estatal y ponen en jaque o imposibilitan el desarrollo de un estado de bienestar, ambas generan anti-cuerpos en la sociedad, ambas, ambas… y así tendríamos una lista de similitudes.
El apogeo de lo zombie no es más que la expresión mediática del temor arraigado en una sociedad estadounidense “indefensa” frente a los inmigrantes. Es quizás la forma más sana de exteriorizar un rechazo, de hacer catarsis, de ponerse la almohada en la boca y gritar hasta botar el pulmón. Curioso temor en un país fundado y construido por inmigrantes. Y lo más asombroso frente a ello es la unánime acción del Estado en todas las películas, series e historias zombie: sálvese quien pueda.
La institucionalidad del Estado se encuentra en jaque en tiempos en que actores no-gubernamentales adquieren cada vez más relevancia en el Sistema Internacional. Hagamos el ejercicio extrapolando cualquier situación de riesgo que enfrente el planeta –calentamiento global o terrorismo, por ejemplo- utilizando la dinámica zombie y la respuesta del Estado frente a ella será casi siempre la misma: medidas paliativas o ninguna medida en absoluto.