¿Qué sucede cuando
democráticamente se elige no ser democrático?
La primavera árabe nació muerta.
El manto democrático bajo el cual se cubrió mediáticamente las protestas en
distintos países árabes pretendía mostrar un “despertar” de las sociedades en
Medio Oriente, como si de pronto, y tras siglos de gobiernos autoritarios,
hubieran entendido la virtud de un gobierno en democracia. Lo que en un inicio
pareció ser un alzamiento pacífico y juvenil -impulsado por redes sociales- se
desmorona tan solo tres años después con violentas represiones y lamentables
masacres.
Lo impactante del triste caso
egipcio es la paradoja democrática en la que está sumergido. Tras el
derrocamiento de Mubarak las fuerzas armadas egipcias tomaron el poder llamando
a un gobierno interino, proceso de convocatoria nacional que terminó en la
democrática elección de Mohamed Mursi como presidente, un islamista
perteneciente a la radical Hermandad Musulmana. Y el que los musulmanes
subieran al poder no debía representar mayor problema en un país donde el 90%
de la población practica el Islam. Pero, como siempre, la diferencia está en
los matices.
Morsi y los Hermanos Musulmanes,
una vez instalados en el poder, intentaron por todos los medios a su alcance
iniciar las reformas necesarias para llevar a Egipto hacia la celebración de
una nueva constitución, pero inspirada en la ley islámica: la Sharía. El código
religioso que establece la Sharía está en clara oposición a los preceptos del
Estado Moderno y todo aquello que conocemos como democrático –división de
poderes, representación política, participación de la mujer y un largo
etcétera-, pero aun así el referéndum constitucional la aprobó con casi el 70%
-según cifras no oficiales-. Siempre se podrá criticar la objetividad de los
procesos, pero lo cierto es que la democracia egipcia optó por no ser
democrática.
Pronto, los sectores de oposición
a la reforma encontraron el apoyo de las fuerzas armadas y sumaron a su causa un
brazo logístico con capacidad suficiente para derrocar un gobierno elegido por
la mayoría -alianza producto del intento de Morsi de cortar algunas cabezas de
la Junta Militar-. Hay quienes hoy justifican el golpe como una acción en
defensa de la democracia, cuando lo verdaderamente democrático habría sido
dejar que la reforma constitucional se viabilice, pero, ¿con la Sharía se
podría apostar por un futuro democrático, la alternancia del poder o el
recambio en las élites de gobierno?
La democracia no es una meta sino
el camino por el cual conformamos un Estado en base a decisiones tomadas en
sociedad bajo condiciones de igualdad y libertad. La democracia es la utopía en
cuyo intento de ser alcanzada logramos la expansión de derechos. La democracia es tan democrática que permite su
propia destrucción, por lo que es potestad de cada sociedad el alcanzarle el
cuchillo o quitárselo de las manos.