Estados Unidos de América (EUA), enfrentado a uno de sus más grandes temores, encuentra soluciones
liberales en donde existe paranoia conservadora.
En las últimas semanas, el debate
sobre la ley de inmigración en los EUA ha acaparado la atención de los medios
luego de llegar a manos de la Cámara de Representantes, instancia decisoria
para la que sería una de las reformas más profundas en la historia
estadounidense. La ley implicaría no solo la legalización de aproximadamente 11
millones de indocumentados sino también un crecimiento del PIB del 3,3% en 10
años. Esta noticia es de lo más feliz para todos aquellos que tenemos
familiares y amigos en situación documentaria precaria al interior de los EUA.
EUA se liberaliza cuando la
situación es apremiante. Lo hizo durante la Guerra de Secesión entre 1861-1865
al emancipar a los esclavos negros para que lucharan por la Unión (Norte) en
contra de la Confederación (Sur) – cabe resaltar que 1/3 de la población sureña
vivía esclavizada- asestando un golpe decisivo con el que el Presidente Lincoln
logró la victoria – puede encontrar una versión más “Disney” de esta historia
en la última película de Daniel Day-Lewis-.
Lo hizo también a inicios del
siglo XX con la Decimonovena Enmienda que garantiza el Derecho al voto sin
discriminación de sexo y luego, en el contexto de la II Guerra Mundial, con la
inclusión de la mujer como mano de obra en el sistema industrial para sostener
la producción mientras los hombres peleaban en el frente de batalla. Entonces
pareciera que EUA lo tiene todo cubierto: emancipación de esclavos, derechos
femeninos, recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo y ahora la
legalización de indocumentados, ¿qué liberalizarán para la próxima crisis?
La situación de riesgo que vive
el inmigrante se acrecentó luego del 9/11 de 2001, cuando la seguridad que
hasta entonces le habían dado los Océanos Pacífico y Atlántico durante las dos
Guerras Mundiales se esfumó. El enemigo ya no era un ejército ni un sinfín de
misiles, ahora el enemigo estaba entre ellos, comiendo en el Mcdonald’s,
comprando en Wal-Mart, viajando en sus aviones, utilizando sus sistemas de
salud, valiéndose de sus servicios y viviendo como uno de ellos. El enemigo
estaba en todos lados y tenía rostro de extranjero. Pero, ¿cómo tener rostro de
extranjero en EUA? Pues quizás no tengas “rostro” pero lo que si muchos no
tienen es “documentos” que acrediten su nacionalidad estadounidense.
Y frente a la sensación de
saberse vulnerables que no parezca sorpresiva la manía y demencia por el apocalipsis zombie. Veámoslo así: tanto
la inmigración y el apocalipsis zombie
son tendencias mundiales irreversibles para las que no hay cura efectiva, ambas vulneran el aparato estatal y ponen en jaque o
imposibilitan el desarrollo de un estado de bienestar, ambas generan
anti-cuerpos en la sociedad, ambas, ambas… y así tendríamos una lista de
similitudes.
El apogeo de lo zombie no es más que la expresión
mediática del temor arraigado en una sociedad estadounidense “indefensa” frente
a los inmigrantes. Es quizás la forma más sana de exteriorizar un rechazo, de
hacer catarsis, de ponerse la almohada en la boca y gritar hasta botar el
pulmón. Curioso temor en un país fundado y construido por inmigrantes. Y lo más
asombroso frente a ello es la unánime acción del Estado en todas las películas,
series e historias zombie: sálvese
quien pueda.
La institucionalidad del Estado se encuentra en jaque en tiempos en que actores no-gubernamentales adquieren cada vez más relevancia en el Sistema Internacional. Hagamos el ejercicio extrapolando cualquier situación de riesgo que enfrente el planeta –calentamiento global o terrorismo, por ejemplo- utilizando la dinámica zombie y la respuesta del Estado frente a ella será casi siempre la misma: medidas paliativas o ninguna medida en absoluto.
La institucionalidad del Estado se encuentra en jaque en tiempos en que actores no-gubernamentales adquieren cada vez más relevancia en el Sistema Internacional. Hagamos el ejercicio extrapolando cualquier situación de riesgo que enfrente el planeta –calentamiento global o terrorismo, por ejemplo- utilizando la dinámica zombie y la respuesta del Estado frente a ella será casi siempre la misma: medidas paliativas o ninguna medida en absoluto.